La reacción automática de un animal al malestar de su piel será lamerse la zona, a veces, este comportamiento puede causarles infección o entrar en conflicto con algún medicamento, y una curación adecuada puede requerir mantener la lengua de tu mascota lejos de su lesión.
Collar isabelino. El collar de excelencia para la prevención lamerse y morderse la cicatrización de heridas, el azote del mundo animal y la causa, no intencional, de las risas de los dueños de mascotas, es el collar isabelino, también conocido como el “cono de la vergüenza”. Este pedazo de tela plástica, o reforzada, (lleva su nombre de los grandes cuellos rizados que las mujeres llevaban en la época isabelina, llamados gorguera) se envuelve alrededor del cuello de su mascota, creando un collar de protección que se asemeja a una pantalla al revés. Estos destellos hacia fuera y desde el cuello se extiendes desde la cara, para evitar que su mascota moleste su herida. Son incómodos y moslestos al principio.
Collares ortopédicos. Un efecto secundario problemático es que, los collares isabelinos impiden la visión periférica y dificulta las maniobras, o incluso el comer adecuadamente. Esto puede causar estrés innecesario y ansiedad en nuestros amigos. Los collares ortopédicos ofrecen alternativas de bajo perfil al los isabelinos, pues limitan la capacidad de su mascota de lamerse a sí mismo, manteniendo su visión periférica clara en el proceso. Estas alternativas le permiten a tu mascota comer, caminar y dormir con mayor comodidad, lo que resulta en una mascota más feliz.
Collares inflables. Si el collar Isabelino le parece una exageración, pero los ortopédicos no son suficientes, tal vez algo intermedio trabaje para su mascota. Estos collares se parecen mucho a las almohadas de viaje que se envuelven alrededor de su cuello en los vuelos largos. Hechos de plástico durable, esta alternativa evita que su mascota vuelva la cabeza y realice su “metida de pata” con la lengua, le proporciona protección de la herida sin dejar de ser confortable, y permite sobre todo la libre circulación del animal.
Prueba y error. Las personalidades de las mascotas varían, y lo que el Sr. Bigotes encontró aceptable puede no trabajar con la señorita Kitty. Algunas mascotas se acostumbren a un collar de protección después de usarlo por un tiempo, pero otros luchan con uñas y dientes (literalmente) para lograr quitarse la “maldita cosa”. Esto podría agravar la lesión original, y causar otras completamente nuevas. Pruebe con diferentes collares para ver cuál funciona mejor para su mascota, y siempre supervísela mientras sea acostumbra. Hable con su veterinario si su mascota se niega a usar cualquier collar sin enloquecer.